Ando, paso tras paso, rapidamente, pues tengo prisa por verte. Me estás en tu casa, y no quiero hacerte esperar. Me encuentro con un par de amigos, pero los saludo distraida, no quiero entretenerme demasiado. Voy caminando, mirando al suelo, me queda poco para llegar a tu lado. No puedo evitar sonreir, estoy feliz, tengo ganas de verte. Por fin llego a la portería de tu casa, y llamo a tu piso, el 3ºC. Tardas un poco en abrirme, pero con los nervios que tengo, no me importa lo más mínimo. Llamo como unas mil veces al ascensor, estoy impaciente por verte. Subo, y me miro al espejo. Me veo horriblemente fea, como siempre, pero lo máximo que puedo hacer es peinarme con los dedos. La puerta del ascensor se abre y ahí estas tú.
Llevando esa camiseta blanca y pantalones oscuros con ese arte que tienes, luciendo una amplia sonrisa dejando ver tus dientes blancos, esos ojos oscuros que me miran dulcemente, y ese pelo desaliñado tan sexi que siempre llevas. No puedo evitar lanzarme a tus brazos, tenia tantas ganas de verte... Pasamos adentro, y yo subo las escaleras de tu casa a esconderme como cuando éramos pequeños. Oigo tu risa desde donde estoy, escondida detrás de la puerta de tu habitación, esperando que subas a buscarme. Oigo tus pasos en las escaleras, y se me escapa una risita.
-Te he oido! -gritas mientras entras en la habitación
-Noooo! -grito, fingiendo estar asustada
Me cojes de la cintura y me lanzas hacia la cama y los dos aterrizamos sobre el colchón entre risas. No puedo evitar darte un beso, tus labios son como una droga para mí.