Unos cuantos besos mas tarde, noto como tu mano juega con mi blusa, baja hacia los pantalones y, sin previo aviso, se desabrocha un botón. Mis dedos se dirigen a tu camisa, esa camisa azul oscuro que te habían regalado meses atrás, y a mi me volvía loca. Primero un botón, luego otro. Ya no podía parar, sabíamos que había llegado el momento. La camisa cae al suelo suavemente, con un sonido sordo. Mi blusa parece caer también, y rápidamente y sin darnos cuenta, ya no estamos nerviosos, no hay nada que nos tape, que nos separe el uno del otro.
La luna sigue alumbrándonos, y la noche sigue su paso. Estamos juntos, las sábanas nos acarician la piel, nos movemos, como un reloj haciendo tic tac, al compás de nuestros cuerpos. Pero, cuando nos damos cuenta, ya se ha terminado. Nos abrazamos, y después de unos besos más, nos miramos sonriendo. La felicidad nos embriaga a ambos, nuestro pequeño abrazo no se disipa. Juntos podemos ser cualquier cosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario